sábado, 10 de noviembre de 2012

LOS EUNUCOS...Post Jo

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Un eunuco es un varón humano castrado.
La privación de los genitales externos masculinos (emasculación o evisceración) puede efectuarse de manera parcial o total. La manera parcial es la castración propiamente dicha, es decir la extirpación (por corte) o la inutilización (por golpes) de los testículos. Otra manera parcial es la extirpación por corte del pene. La manera total es cuando se mutila radicalmente, cortando pene y testículos.

Por relación directa, la palabra eunuco puede ser referida a hombres poco viriles o afeminados, y era una forma común de denominar a los homosexuales durante el Imperio romano.

Históricamente, el convertido en eunuco, cambia así a una nueva condición de género social, quiere decir que la cultura en la que está inmerso el individuo, una vez producida la mutilación física de sus genitales externos, le asignaba un trato diferenciado.


A pesar que una consecuencia es una "feminización" que de lo hormonal afecta la distribución lipídica corporal, biológicamente el macho humano castrado no se convierte en hembra en el sentido que no se produce cambio genético. En cambio, socioculturalmente, el eunuco no es ya hombre ni tampoco es mujer, se le considera así de un nuevo género.

En la especie humana -como en todos los primates y mamíferos en general- la hembra (o mujer) tiene principalmente sus genitales ocultos y protegidos hacia el interior, mientras que en la disposición anatómica del macho (o varón) sus genitales principalmente están expuestos y desprotegidos hacia el exterior, siendo la parte más vulnerable del macho, expuesto a un dolor excruciante y agónico, siendo posible incluso la muerte del macho por el intenso dolor provocado por el estallido o aplastamiento de sus testículos. Por ello en la historia de la humanidad -aunque en un porcentaje ínfimo- son numerosos los hombres que han perdido accidentalmente sus genitales. Posibilidad física real que si se concreta es muy probablemente la experiencia más traumática en la vida de un hombre. El gran miedo a esta posibilidad ha sido motivo de importantes estudios, en especial psicoanalíticos desde Sigmund Freud.


Para Freud, el descubrimiento femenino y masculino del sexo opuesto, produce en las mujeres un sentimiento inicial de pérdida o carencia, y en los hombres un temor u horror a la pérdida. Es lo que Freud denomina Complejo de castración.

Enfermedades, accidentes o agresiones, para cualquier macho mamífero (como el hombre) mantienen la peligrosa posibilidad de una castración (que los convertiría en eunucos). Entre las enfermedades que constituyen una grave amenaza, se encuentran el cáncer de testículos, el cáncer de pene, y algunas enfermedades venéreas entre otras. Entre las agresiones: las guerras, los celos, accidentes o el sometimiento moral y físico por otro macho más dominante son los motivos más habituales de la castración involuntaria.


Otro caso distinto sería la castración voluntaria. Aparte de los deseos de ser castrado, muy frecuente en los hombres pero pocas veces ejecutado, existe el caso más frecuente de castración por orden médica. El caso más habitual es el de hombres de cierta edad que padecen o tienen riesgo de padecer cáncer de próstata. La testosterona -hormona segregada por los testículos- puede disparar y acelerar este cáncer, por lo que, si el médico considera que el hombre ya no va a necesitar sus testículos para reproducirse, o que dicha función reproductora no vale más que la vida del paciente, puede prescribir la castración del paciente, incluso contra la voluntad de éste. Sólo en Estados Unidos se calcula que cada año unos 300.000 hombres son castrados por sus médicos como tratamiento del cáncer de próstata.

En la historia humana -aunque en otro porcentaje ínfimo- no dejan de ser numerosos los hombres que han perdido sus genitales en manos -literalmente- de otros hombres, en actos violentos como la guerra por ejemplo.


En la Grecia antigua eran muy temidas las Amazonas, un pueblo de feroces guerreras con una sociedad matriarcal, que según algunas versiones de la leyenda mataban o mutilaban hombres cuando no los necesitaban para la reproducción.

Son famosas las costumbres institucionalizadas de convertir hombres en eunucos que en etapas de su historia se practicaban en los imperios babilonio, chino, bizantino, árabe y turco. En estos casos, los hombres socioeconómicamente acomodados del país, encomendaban a los eunucos especialmente el cuidado de las mujeres del harén. Algunos eunucos llegaron a ser importantes funcionarios y alcanzar una considerable influencia política, los más hábiles incluso se las ingeniaban para decidir - ilegalmente - políticas de Estado que afectaban las relaciones internacionales con los países vecinos. En estos países hubo eunucos que alcanzaron en lo social mucha fama, en lo económico muchas riquezas, y en lo político mucho poder (especialmente ejercido a través de intrigas), pero no popularidad por parte de las masas.

Durante la invasión a Persia, Alejandro Magno conoció a un eunuco que lo cautivó por su belleza, Bagoas.

En China, los eunucos eran empleados en el Palacio Imperial.

Al principio, eran suficientes para cubrir la tradicional cuota de eunucos aquellos delincuentes o criminales que eran condenados a la castración, pero con el tiempo, al aumentar el tamaño del Estado chino y, en consecuencia, su burocracia imperial y sus diversificadas funciones, surgió la necesidad de una mayor cantidad de estos. Los eunucos alcanzaron su máximo apogeo en la Edad Media, especialmente durante la dinastía Ming.


Fue entonces cuando se tuvo que buscar y aceptar nuevos candidatos de diferente procedencia. Pese a ser servidores en distintos cargos, fueron aumentando su importancia y adquiriendo algunas ventajas (como holgura económica). De esta manera, en las aldeas muy pobres a veces algunos pocos se realizaban la automutilación con la esperanza de alcanzar una mejor posición social y económica. No eran extraños los casos en que el padre, la madre, los hermanos y las hermanas, acompañaban a un integrante de la familia a una cita con el barbero-cirujano. Éste, con técnicas rudimentarias basadas en la sabiduría de aquel entonces, procedía a la operación.

Según investigaciones y estudios realizados por europeos en los siglos XIX y XX, el barbero primero envolvía desde su base al pene y los testículos conjuntamente en una venda común que ajustaba fuertemente, lo que producía dolor y proporcionaba la forma de una especie de embutido. A continuación iba retorciendo hacia un lado el paquete así formado, tomaba un cuchillo curvo y lo alzaba a distancia, calculando para un corte fuerte y veloz. 

Llegados a este punto el barbero preguntaba una vez más si estaban seguros de una decisión que sería irreversible, si el futuro eunuco era mayor de edad, él debía responder por sí mismo, y si era menor entonces la respuesta correspondía a la familia, allí presente. Si la respuesta final era afirmativa, entonces con un solo movimiento cercenaba los genitales. Luego, junto con el inmenso dolor, se producía una abundante hemorragia. 



El barbero aplicaba baños de sales y aceites para detenerla y luego aplicaba una pequeña cuña de metal, generalmente estaño, en el orificio uretral. Entonces acontecía lo más difícil, el nuevo eunuco debía estar andando despacio sin mayor descanso, y no consumir nada de líquidos por unos días. Al cabo del tiempo, se le retiraba el tabique de metal antes colocado en el orificio uretral, si conseguía orinar, entonces la operación había sido un éxito y ya podía empezar a gestionar un empleo para servir en la Corte del Emperador. En caso contrario, una atroz agonía esperaba al nuevo eunuco antes de su lenta muerte.


Los despojos genitales a veces eran reclamados por quien fuera su propietario, en cuyo caso el barbero se los entregaba. Pero con frecuencia dichos despojos no eran reclamados y en ese caso el barbero los guardaba anotando cuidadosamente la fecha y a quién pertenecían. Esta conducta se debía a que si el eunuco era aceptado en el Palacio Imperial, y una vez allí conseguía hacer carrera, descubriría que para cada ascenso (y con ello más dinero) la tradición obligaba como requisito enseñar en un rito los restos de lo que fueron sus genitales. Entonces el eunuco volvía presuroso a intentar recuperar lo que en mala hora dejó abandonado, para lo cual el barbero lo esperaba dispuesto a entregarle lo suyo, previo cobro de una importante cantidad adicional de dinero.

Los eunucos en el mundo árabe
Los eunucos eran presiones de guerra o esclavos masculinos, normalmente castrados en la pubertad. Esta operación estaba a cargo de egipcios cristianos o judíos y como el Islam prohibía la práctica de castración, la misma se hacia en el camino hacia el mercado. Existen tres variedades de eunucos, el completo, al cual de niño se le extrae en órgano completo de la generación (Dekeur, el pene), el escroto y los testículos, el eunuco incompleto al que se le priva solo de los testículos tras la pubertad y, finalmente, el eunuco al que se le atrofian los testículos por frotamiento.

El primer tipo es el adecuado para velar por la seguridad del harén, los otros dos son considerados “inseguros”, al haber conocido en el inicio de la pubertad el deseo sexual. Los primeros tras la castración cambian física y mentalmente, no tienen barba, la laringe es de pequeñas dimensiones y la voz resulta infantil y aniñada ; su carácter está próximo del sexo femenino. Entre los árabes se dice que viven poco tiempo y mueren antes de los treinta y cinco años.

Al servicio del harén había dos niveles de eunucos, los negros y los blancos. Los eunucos negros eran esclavos africanos que servían a las mujeres y se hallaban bajo el control de un eunuco negro jefe, un miembro de la corte con gran poder.


Los eunucos blancos eran principalmente esclavos balcánicos y servían en la escuela de palacio donde estudiaban los niños escogidos que más tarde se convertirían en oficiales ojenízaros. Los jenízaros eran la caballería de elite del sultán. Acostumbraban a ser esclavos cristianos cuidadosamente seleccionados en las tierras conquistadas e instruidos en condiciones monásticas estrictas. Aunque no estaban obligados a convertirse al islam.
El jefe de los eunucos blancos era el brazo derecho de los sultanes, mostrando a veces más poder dentro del gobierno que el gran visir del lugar. Ellos decidían quienes franqueaban las murallas y hasta donde podían hacerlo. 

Los eunucos negros eran los custodios del harén femenino, protectores de las puertas interiores. Sombras diurnas y nocturnas de las esposas, cuanto más feos son más valor ostentan en el mercado. 


Controlan desde la comida hasta las ropas de las esposas y concubinas. A los eunucos se lo consideraban ser “menos que hombres” e incapaces de "ser tentados" por las mujeres del harem. Esto les permitía ser exclusivamente leales al Sultán. Hombres castrados que por lo tanto no representaban ninguna amenaza a la santidad del harem. Según la tradición musulmana, ningún hombre podía poner sus ojos en el harem de otro hombre, por lo tanto requerían a alguien considerado “menos que un hombre” para el papel de la tutela marital sobre las mujeres del harem.

En muchos otros pueblos también existía la costumbre de castrar a otros hombres, convirtiéndolos en eunucos. Aún hoy existen en la India (conocidos como hijras), y hasta hace poco los había en Rusia (incluso sobrevivieron hasta mediados del régimen soviético); también los hubo en el barroco europeo utilizados para el canto y llamados castrati (en italiano, literalmente, "castrados"). 



En Yibuti, cuando un hombre quería solicitarle a una mujer que contrajeran enlace matrimonial, para ser aceptado debía demostrar primero su valor llevándole como obsequio y entregándole como regalo, envuelto, los genitales de otro hombre a quien previamente debía haber castrado. Sin dicho obsequio no era aceptado, y las costumbres sociales incluían la burla por parte de la mujer pretendida con frases que ponían en duda la masculinidad del pretendiente por no ser capaz de cumplir valientemente con la tradición.

Entre las formas de procurase tan macabro botín estaban, por ejemplo, la guerra colectiva o el asalto individual a extranjeros o ancianos, extirpándoles vivos sus preciados testículos. Desde hace varias décadas, la prédica de los misioneros religiosos poco a poco hizo desaparecer esta costumbre; sin embargo, las más ancianas aún conservan orgullosas como valioso recuerdo su tradicional regalo pre-nupcial.







Eunucos famosos en la historia

  • Artoxares, cortesano de Artajerjes I y Darío II de Persia.
  • Bagoas, primer ministro de Artajerjes III de Persia.
  • Bagoas, eunuco relacionado con Alejandro Magno.
  • Cen Hun, eunuco del estado de Wu durante el período de Los Tres Reinos.
  • Eutropio, eunuco contemporáneo de Arcadio.
  • Farinelli, castrado y cantante de ópera, el más extraordinario en su género de todos los tiempos.
  • Farnacias, eunuco contemporáneo de Menostanes.
  • Gao, fiel eunuco de Bai Pu, dramaturgo de la dinastía Yuan.
  • Ganímedes, eunuco al servicio de Cleopatra.
  • Haloto, catador de alimentos durante el imperio romano.
  • Heraclio, eunuco contemporáneo de Valentiniano III.
  • Huang Hao, eunuco del estado de Shu; aparece también en el Romance de los tres reinos.
  • Juan el Eunuco, primer ministro con Constantino VIII y Romano III.
  • Li Lianying, eunuco de elevado despotismo de la dinastía Qing.
  • Mitrídates o Aspamitres, eunuco cómplice de Artabano en el asesinato de Jerjes I.
  • Narsés, general de Justiniano I, contraparte de Belisario como principal general bizantino.
  • Potino, decapita a Pompeyo a nombre del faraón Ptolomeo XIII
  • Shu Diao, responsable de una guerra civil del sucesor en el estado feudal de Qi.
  • Ts'ai Lun, eunuco y consejero imperial chino de la dinastía Han, inventó un tipo de papel.
  • Zhang Rang, el jefe de los infames 10 Changshi (diez asistentes) del este de la dinastía Han.
  • Zhao Gao, el favorito de Qin Shihuangdi, quien intrigó contra el Li Si (muerto 210 a. C.).
  • Zheng He, navegante y explorador chino del siglo XV.

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