miércoles, 22 de agosto de 2012

"EL CASO DEL CADÁVER DESCUARTIZADO"... .Post Jo....IIª Parte




Lunes, 9 de diciembre, en el taller de la pequeña fabrica de cajas de cartón, un grupo de ocho operarias trabajaba, mañosamente, sobre la gran mesa. Las jóvenes comentaban alborozadas sus impresiones de la tarde anterior, hasta que una de ellas dio con el codo a su compañera y empezó a reírse.

"¡Mirad!, ahí esta con el otro."
Las jóvenes levantaron la vista de su labor y la posaron en los dos hombres que había cerca de la puerta de la calle.
-"¡Pobre señor Sánchez! -comentó una, en tono de burla-. Su queridisimo amo se ha ido de juerga."
"Querrá saber si ha estado con el otro. ¡Que lastima de hombre! ¡Con lo guapo que es!"
-"¡Ayyy! -suspiro otra, irónica, provocando una carcajada general, que obligó a volver la cabeza al encargado
-"¡Señoritas! A ver si trabajan y se dejan de cotilleo -chilló el hombre de la puerta.
Las muchachas continuaron en su faena, conteniendo la risa y con la cabeza baja.
-"Pero, ¿es verdad que ése es el novio del patrón? -preguntó una en voz baja, y en tono admirativo."
-"Ése es el señor Figueras. Dicen que son socios, pero yo no lo creo -aseguró una, de ojos vivarachos.
-"Tú, Lolita, eres una mal pensada. Siempre supones cosas que no hay."
-"Ya me dirás que pinta ése, y por qué Sánchez se pone tan nervioso cada vez que aparece por aquí."
-"¡Mujer! Si ese Figueras es el dueño del almacén de bencina."
-"¡Pues es un chico muy guapo!" -volvió a repetir otra.
-"Y muy elegante. Parece de buena familia."
-"El amo también lo parece, y no lo es" -señalo Lolita

Los Hombres se despidieron en aquel momento. Sánchez regresó hacía el interior, y el otro volvió sobre sus pasos para preguntarle en viva voz:
-"¿Devolvieron el carretón que pedí el otro día?"
-"Aún no -respondió, rapidó, Sánchez-. Tenemos que hacer unos envios, y habra que llevarlos a la estación esta misma tarde."
-"Pues no lo olvide; a lo mejor lo necesitan."

Sánchez permaneció quieto cerca de la gran mesa, aunque, al parecer, estaba muy nervioso. El otro joven, vestido elegantemente, al que las muchachas llamaron Figueras, echó un vistazo rápido al taller. Luego, sin objetar nada ni decir otra palabra, salió del local.
Hubo unas risitas entre las jóvenes, y Sánchez se volvió brusco hacia ellas y las amonestó:
-"Podían tener más respeto y trabajar"
-"Es que necesitamos algodón" -replicó Lolita.
-"Pues búsquelo."
-"usted lo tiene. Démelo."
El hombre hizo un extraño movimiento de cabeza, como si la volviese hacia un lado por medio de un resorte y en dos tiempos. Dijo, queriendo imponer su autoridad:
-"Yo no tengo algodón."
La muchacha le miró sorprendida. Dejó su faena y, tras parpadear, comentó:
-"El otro día compré varios kilos, y aún no los hemos gastado."
-"Se equivoca, señorita. No hay algodón. Al menos, yo no lo guardo."
-"Entonces estara arriba."
Lolita hizo ademan de dirigirse hacia las escaleras del fondo y el hombre con su cojera, se precipitó tras ella, gritando:
-"¡No suba arriba! No hace falta que suba nadie arriba, Allí tampoco hay algodón."
-"Pues yo lo compré el viernes."
-"Habrá sido otro día, y ya lo habrán gastado. Búsquelo bien y si no hay, vaya a comprar el que necesiten. Pero ni arriba hay guardado algodón, ni yo lo tengo."

Las últimas palabras las pronunció bastante excitado, mientras se colocaba al pie de la escalera. Miraba con insistencia a la joven, como pretendiendo que le obedeciera. Ella, con un encogimiento de hombros, dio media vuelta y regresó a su puesto.

A las tres de la tarde ya se habían marchado las operarias a sus domicilios. Sánchez salió hasta la calle Orteu, y la contempló de derecha a izquierda. Luego, se quedó mirando a la portera que llegaba del inmueble vecino.
-"¿Va usted a cerrar Ricardito? - le preguntó la mujer, viédole frotarse las manos como para librarse del frío.
-"Sí, señora. Tengo que llevar unos pedidos a la estación. Después me metere en la cama. Hace mucho frío."
-"Está usted tan delgado...Fijese en su amo. ¡Menudo! Ése sí que está de buen ver. ¿Por donde anda? No lo he visto en toda la mañana."
-"¡Puf! Ha salido. Con lo de la liquidación del negocio..."
La mujer dio dos resoplidos al subir el banzo del portal. Luego volvió la cabeza para seguir hablando con el hombre, pero éste, soplándose los puños, le dio la espalda y se metió en el taller.
Sánchez paseó por el local de arriba abajo un par de veces. Se detuvó ante la gran mesa, y cogió unas cuantas cajas, apílandolas para llevarlas a una estantería. Después, caminó hasta un rincón de la estancia. 

Tras cinco minutos de quietud, el hombre volvió la cabeza hacia la puerta de la calle. Entonces empezó a moverse, cojeando más de lo acostumbrado. Pensó que el golpazo recibido del camión de gaseosas le había causado más daño de lo que valió la indemnización.
Junto a la pared, las varas en alto, estaba un carretón de dos ruedas, de los empleados para trasporta a mano. Lo colocó en posición de utilizarlo y arrastrandolo situado él entre las varas, lo llevó hasta el rincón donde había permanecio quieto.
Se movía con rapidez. Con aqulla preactica habitual del hombre acostumbrado a realizar una labor conocida. Puso el varal de alzada y recogió del suelo, tras quitar unos cuantos papeles, cajas y sacos, un cajón de madera en el que enviaban las remesas de cajas de cartón.
La levantó con cuidado y esfuerzo, como si le fatigara realizar aquella faena y lo situó sobre el carretón. Después arrastró éste hasta la puerta y lo sacó a la calle.
Sánchez despues de haber recorrido unas cuantas calles de Barcelona y haberse entretenido un buen rato ante el moderno Palacio de Justicia, llegó con el carretón ante la estación M.Z.A.. Allí detuvo su caminary quedó unos minutos a la espera.
Se decidió a entrar en un bar, y mientras tomaba un café cortado, preguntó al hombre que había tras el mostrado:
-"Oiga ¿sabe de alguien que sepa rellenar declaraciones para facturar?"
-"¿Que es?"
-"Se trata de una caja. Tengo que facturarla."
-"Pregunte por el Correa."
-"¿El Correa? -repitió Sánchez, mirandole con atención.
El del mostrador se volvió a él, cuando no pensaba hacerle más caso. Chasqueó la lengua y alargó su brazo velludo para señalar a un mozo de cuerda que miraba jugar al dominó en una de las mesas del fondo del local.
-"Es aquel de la boina"
Sánchez se dispusó a darle las gracias, pero el hombre se había marchado a servir a otro cliente. Sánchez quedó unos momentos indeciso y, en aquel momento, el mozo dejó su puesto y salió a la calle.
-"Oiga, ¿Correa? -preguntó tímidamente Sánchez, alcanzandole camino del vestibulo de la estación-. Tengó una caja para facturar."
"¿Que quiere?
-"Me dijeron que sabe rellenar declaraciones. Es aquel carretón."
El mozo siguió con la vista la dirección indicada por el brazo de Sánchez. Cambió la colilla de su cigarro al otro extremo del labio con la punta de la lengua, y le preguntó:
-"¿Para dónde va?"
-"Quiero enviarla a Madrid. Es para un industrial."
-"¿Qué es?"
-"Maquinaria."
Sánchez se quedó mirandolo atemorizado. Hizo un gesto vago de asentimiento, y otra vez empezó a sentir aquel encogimiento que le hacía sufrir delante de los hombres.
-"Bueno. Vamos allá" -dijo el mozo.
Y caminó hacia el carretón....

Continuara....

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